Caridad - Día seis de Noviembre

                    

Caridad.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38

El que ha llegado a un perfecto amor de Dios no siente ni gloria ni deshonra; sólo tiene desprecio por las tentaciones y los sufrimientos, pierde el gusto por todo menos por Dios. Al no encontrar fuerza, ni consuelo, ni reposo en nada más que en Dios, busca sólo a su Amado. Ya sea que trabaje o coma, duerma o despierte, converse o guarde silencio, todo su pensamiento, toda su ambición es encontrar a Aquel a quien ama. Dios es su tesoro, en Él está su corazón. En una palabra, se le puede comparar con un hombre violentamente enamorado, que sólo puede vivir cerca de la criatura que es objeto de su pasión. — San Juan Crisóstomo .

¿Adónde vas, a quién buscas? Preguntó alguien a un santo religioso. “Voy a Dios; "Es a Dios a quien busco", respondió, "y no me detendré hasta haberlo encontrado".

Al beato Raymond Lullus le hicieron estas preguntas: “¿A quién perteneces? ¿De dónde vienes? ¿A donde vas? ¿Quién te trajo aquí? Él respondió: “Pertenezco al Amor, vengo del Amor, voy al Amor, es el Amor el que me ha conducido hasta aquí”.

El corazón y la mente de San Vicente Ferrer estuvieron siempre llenos de Dios; pensaba siempre en Dios, hablaba siempre de Dios oa Dios; al caminar o sentarse, estudiar o conversar, se veía fácilmente que estaba con Dios, que se unía estrechamente a Él.

El ardor del amor divino producido en San Luis de Gonzaga, Santa Catalina de Siena, San Pedro de Alcántara, Santa Teresa, San Felipe Neri, Santa Magdalena de Pazzi, San Francisco de Paula y muchos otros, Obras tan maravillosas que parecerían increíbles si las relatáramos.

Un embajador de San Luis, rey de Francia, vio una mujer de Ptolemaide que caminaba por las calles de la ciudad llevando en su mano derecha un cántaro de agua, en su izquierda una antorcha encendida, que gritaba: “¡Oh Dios, oh Dios! , ¿Es posible?" El embajador la detuvo y le preguntó qué quería decir con eso. “lo haría, si fuera la voluntad de Dios”, dijo, “extinguiría el infierno con esta agua y quemaría el paraíso con esta antorcha, para que Dios sea amado únicamente por sí mismo”.

Un religioso solía decir, cuando se le preguntaba la hora del día: “Es la hora de amar a Dios”.

Oración

Señor, suspiraría sólo por Ti. Concédeme que sólo pueda verte a Ti, que pueda sentirte sólo a Ti, saborearte sólo a Ti, pensar sólo en Ti, hablar y trabajar sólo para Ti. Tú eres mi tesoro, deja que mi corazón descanse sólo en Ti.