Las Profecías de la Madre Elena Aiello

 


La vida de la Madre Elena Aiello (1895-1961) mística, estigmatizada, víctima y fundadora de las Terciarias Mínimas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, estuvo marcada por profecías que se están desarrollando hoy en día ante nuestros ojos, particularmente con el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania. Estas nuevas publicaciones de sus profecías lo hacemos a la luz de los acontecimientos actuales:

Viernes Santo del 16 de Abril de 1954:

Al iniciar los acostumbrados sufrimientos, cerca de la 1:00 pm, Jesús se me apareció cubierto de llagas y de sangre, diciéndome:

«He aquí mi niña, mira a qué fin me han reducido los pecados del hombre. El mundo se ha rebajado en corrupción desbordante. Los gobiernos de los pueblos se han levantado como demonios encarnados, y mientras hablan de paz se preparan para la guerra con los más devastadores instrumentos para destruir pueblos y naciones. Los hombres se han vuelto ingratos a Mi Sagrado Corazón, y abusando de Mi Misericordia, han transformado la tierra en escenario de crímenes.

Numerosos escándalos están arruinando las almas, particularmente a través de la corrupción de la juventud. Excitados y desenfrenados en el disfrute de los placeres del mundo, han degradado su espíritu en la corrupción y el pecado. El mal ejemplo de los padres educa a la familia en el escándalo y la infidelidad, en lugar de la virtud y la oración, que en boca de muchos está casi muerta. Manchada y marchitada está la fuente de la fe y la santidad del hogar.

La voluntad de los hombres ya no cambia. Viven en su obstinación del pecado. Más severos serán los flagelos y las plagas para llamarlos al camino de Dios; pero los hombres aún se enfurecen, como bestias heridas (y endurecen sus corazones contra la Gracia de Dios). El mundo ya no es digno de perdón, sino sólo de fuego, destrucción y muerte.

Debe haber más oraciones y penitencias de las almas fieles a Mí, para aplacar la justa ira de Dios, y para templar la justa sentencia de castigo, SUSPENDIDA en la tierra por intercesión de Mi Amada Madre, que es también Madre de todos los hombres.

Oh! qué triste está Mi Corazón al ver que los hombres no se convierten (ni responden) a tantos llamados de amor y de dolor, manifestados por Mi Amada Madre a los hombres errantes. Vagando en la oscuridad, continúan viviendo en pecado, ¡y más lejos de Dios! Pero el castigo del fuego está cerca, para purificar la tierra de las iniquidades de los perversos (malignos). La justicia de Dios exige la reparación de las muchas ofensas y fechorías que cubren la tierra y que ya no pueden ser comprometidas. Los hombres se obstinan en sus culpas y no vuelven a Dios.

La Iglesia es opuesta, y los sacerdotes son despreciados por los malos que dan escándalo. Ayúdame, con el sufrimiento, a reparar por tantas ofensas, y así salvar AL MENOS EN PARTE, a la humanidad precipitada en un lodazal de corrupción y muerte.

Haz saber a todos los hombres que, arrepentidos, deben volver a Dios y, al hacerlo, pueden esperar el perdón y salvarse de la justa venganza de un Dios despreciado.

Al decir esto Nuestro Señor Dios desapareció. Entonces se me apareció la Virgen. Estaba vestida de negro, con siete espadas atravesando Su Inmaculado Corazón. Acercándose, con expresión de profundo dolor y con lágrimas en las mejillas, me habló diciendo: 

Escucha atentamente y revela a todo el mundo:

Mi Corazón está muy triste por tantos sufrimientos que vendrán sobre un mundo que se bate en una catástrofe inminente. La justicia de Nuestro Padre es la más ofendida. Los hombres viven en la obstinación de sus pecados. La ira de Dios está cerca. Pronto el mundo será afligido por grandes calamidades, revoluciones sangrientas, huracanes espantosos, y el desbordamiento de los ríos y los mares.

Clama, grita en alta voz, hasta que los sacerdotes de Dios oigan mi voz para que avisen a la humanidad de que el castigo está muy cerca, y si los hombres no vuelven hacia Dios con la oración y la penitencia, el mundo será lanzado en una nueva y más terrible guerra. ¡Las armas más mortíferas destruirán pueblos y naciones! Los dictadores de la tierra, especímenes infernales, demolerán las iglesias y profanarán la Sagrada Eucaristía, y destruirán las cosas más queridas. En esta guerra impía, mucho será destruido de lo que ha sido construido por las manos del hombre.

NUBES CON RELÁMPAGOS PENETRANTES DE FUEGO DEL CIELO Y UNA TEMPESTAD DE FUEGO CAERÁN SOBRE LA TIERRA. ESTE TERRIBLE CASTIGO, NUNCA ANTES VISTO EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD DURARÁ SETENTA HORAS
(TRES DÍAS DE OSCURIDAD COMO LO DIJO JESÚS AL PADRE PÍO EN 1959, LEER AQUÍ). LOS ATEOS SERÁN APLASTADOS Y ELIMINADOS. MUCHOS SE PERDERÁN PORQUE PERMANECEN EN SU OBSTINACIÓN DEL PECADO. ENTONCES SE VERÁ EL PODER DE LA LUZ SOBRE EL PODER DE LAS TINIEBLAS.

No guardes silencio, hija mía, porque las horas de las tinieblas, y del abandono, están próximas. Me inclino sobre el mundo, manteniendo en SUSPENSO la justicia de Dios. DE LO CONTRARIO ESTAS COSAS YA HABRÍAN SUCEDIDO. Las oraciones y las penitencias son necesarias porque los hombres DEBEN VOLVER A DIOS y a Mi Inmaculado Corazón, Medianera de los hombres para con Dios, y así EL MUNDO SERÁ SALVADO AL MENOS EN PARTE.

Proclama, gritando, estas cosas a todos, como si fueras el mismo eco de mi voz. Anuncia, que esto sea conocido por todos, porque ayudará a salvar muchas almas y evitará mucha destrucción en la Iglesia y en el mundo.

Otras profecías de la Madre Elena Aiello sacadas del libro de su vida publicado en 1964:

-Profecía del Viernes santo de 1961