Día Décimo de Diciembre

                                                   

Conformidad con la Voluntad de Dios.

“No como yo quiero, Señor, sino como tú”. — Mat. 26, 39

«Un acto de resignación con la voluntad divina en todo lo que se oponga a nuestras inclinaciones, vale más que cien mil sucesos conformes a nuestro placer». — San Vicente de Paul

El bienaventurado Juan de Ávila se explicaba del mismo modo poco más o menos: escribiendo a una persona que se hallaba en la aflicción, la invitaba a bendecir a Dios como Job y, para más obligarla, le decía: «estas palabras “Sea Dios bendito”, dichas en tiempo de adversidad, valen más que decir “os doy gracias, Señor”, en tiempo de prosperidad».

San Francisco de Sales decía a las personas afligidas:

1º Adorad mil y mil veces los decretos de la divina providencia. Arrojaos en los brazos del Señor y en su corazón, diciéndole frecuentemente: «Amén. Así sea».

2º Unid a cada instante vuestra cruz a la de Jesucristo, considerando que la vuestra comparada con la Suya es muy pequeña y ligera.

3º Humillaos delante de Dios, diciéndole con sencillez: «Señor, si vos lo queréis, yo lo quiero, y si no lo queréis vos, tampoco yo lo quiero».

4º Haced muchos actos de devoción hacia la Santísima Virgen y santos, en quienes tenéis más confianza, usando de oraciones jaculatorias y palabras de amor.

5º Imaginaos que el amable Niño Jesús está sentado en vuestro corazón y que descansa allí para consolaros.

6º Tomad en la mano vuestro crucifijo, mirad con amor la imagen de vuestro Salvador clavado en la cruz; besad con mucho respeto esta imagen santa; levantad después los ojos al Cielo y colocad el crucifijo delante de vuestro pecho para que este Dios consolador reciba vuestros suspiros.

Oración

Señor Jesús, en medio de mis aflicciones permíteme entregarme a tu voluntad, enseñame a decir: Así sea.