Día Quinto de Noviembre

              

Caridad.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38

Cuando el amor de Dios se apodera de un alma, produce un deseo insaciable de trabajar para Aquel a quien ama. No importa lo que haga por Dios, ni cuánto tiempo dedique a Su servicio, parece nada, y sólo se lamenta de poder hacer tan poco por Él. El amor enseña lo que Dios merece. A la luz de esta llama el alma ve todos los defectos, todas las imperfecciones de sus obras; Penetrada por la confusión, siente cuán indigno es de un Dios tan grande trabajar tan imperfectamente. En este sentido, no puede sobreestimarse ni criticar a los demás. — San Juan Crisóstomo .

San Vicente de Paúl, que nunca dejó de hacer grandes cosas por Dios para agradarle, siempre se consideró a sí mismo no sólo como un inútil y ocioso, sino como un siervo malvado. A veces, cuando recordaba aquellas palabras del Apóstol, aunque ciertamente no se aplicaban a él: “El que no trabaja, que no coma”, se privaba de su comida al mediodía, pasando hasta la noche sin alimento.

San Carlos Borromeo tenía un gran deseo de ver honrado a Dios y aprovechaba cada oportunidad para procurarle verdaderos adoradores. ¡Para conseguirlo, a qué laboriosas empresas no se entregó! Su única relajación era pasar de un trabajo duro a otro; sin embargo, hablaba como si no hubiera hecho nada, que merecía, como el mayordomo ocioso, ser condenado a las tinieblas eternas..
.

Oración

¡Oh Dios mío, qué indignidad no trabajar siempre para Ti y de la manera más perfecta! ¡Pobre de mí! En todas mis obras hay faltas; Ten piedad de este siervo inútil, que ahora comenzará a servirte.