Día Vigésimo Octavo de Noviembre

                                      

Caridad.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38

Cuando Raquel vio al joven Tobías, exclamó: “¡Cómo se parece este joven a mi primo!”. Al saber entonces que era hijo de su pariente Tobías, lo abrazó tiernamente, le dio mil bendiciones y derramó sobre él lágrimas de amor. ¿Por qué amaba tanto al joven? No por sus buenas cualidades, que aún no las había aprendido, sino porque era hijo de uno que por sus grandes virtudes era merecedor de amor, y a quien se parecía mucho. Esto es lo que hace el amor cuando es verdadero. Si realmente amamos a Dios, amaremos también a todos aquellos que están abrazados en la palabra prójimo; todos son hijos de Dios y se parecen a él. — San Francisco de Sales.

El emperador Teodosio, justamente indignado, resolvió vengarse de manera sorprendente del insulto proferido por el pueblo de Antioquía a la emperatriz Flacide al derribar su estatua. San Macedonio, que era obispo de la ciudad, rogó a uno de los cortesanos que dijera al Emperador de su parte: “Príncipe, tienes justa causa para castigar a estos hombres que han llevado la insolencia a tal exceso, pero te ruego que reflexiones. que estos hombres culpables son imágenes vivas de Dios. Teme atraer sobre ti la ira del Señor, si eres cruel con los que son sus imágenes. Estás indignado por el daño causado a tu cónyuge, a quien tanto quieres. ¿No inflamarás la ira de Jesucristo? ¿No se vengará de todo lo que hacéis a sus hijos, que son tan queridos por Él, por quienes ha derramado toda su sangre? Estas palabras impresionaron profundamente al Emperador.

Santa Teresa decía que en cualquier aflicción le bastaba para consuelo encontrarse con alguna persona, porque al instante veía en ella la imagen de Dios a quien amaba.

Un santo religioso escribió esta resolución: “Amaré a Dios por sí mismo, y por su amor serviré a los que son sus imágenes. Consagro mi corazón a Dios y mis manos a mis hermanos, para que ambos estén unidos en Dios”..

Oración

Dios mío, tomo la misma resolución: amaré a Dios por sí mismo, a mi prójimo por Dios. Siendo imagen de Dios, es para Dios le serviré.