Caridad.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38
Oh, ¿cuándo llegará ese día que nos verá llenos de dulzura y ternura por el prójimo? ¿Cuándo veremos las almas de nuestros hermanos en el Sagrado Corazón de Jesús? Quien ve a su prójimo fuera de este Corazón corre el peligro de no amarlo pura, constantemente y duraderamente. ¿Pero quién no lo amaría en este horno de amor? ¿Quién no sería paciente con él, soportaría todas sus imperfecciones? ¿A quién encontraremos indigno de nuestro amor, cuando sabemos que este Corazón sumergido arde de amor por todos? — San Francisco de Sales
Fue este amor al prójimo por y en el Corazón de Jesús lo que hizo a San Francisco de Sales tan dulce, tan afable, paciente y compasivo con todos. El obispo de Belley un día le reprendió en una reunión amistosa por haberle concedido tales honores: “¡Oh, qué estima no tiene Jesucristo por ti! Lo honro en ti”.
“No debo juzgar a los compatriotas pobres”, dice San Vicente de Paúl, “por su exterior, por sus hábitos o modales. Algunos de ellos son tan burdos, tan terrestres, que apenas se puede reconocer en ellos el rostro o la mente de una criatura razonadora; pero si los consideramos a la luz de la fe, encontraremos que están tan profundamente grabados en el Corazón de Jesús que Él no dudó en derramar Su sangre por ellos y dar Su vida por cada uno de ellos. ¡Oh, qué útil es ver al prójimo en Jesucristo, para hacer lo que Él ha hecho por él!.
“No debo juzgar a los compatriotas pobres”, dice San Vicente de Paúl, “por su exterior, por sus hábitos o modales. Algunos de ellos son tan burdos, tan terrestres, que apenas se puede reconocer en ellos el rostro o la mente de una criatura razonadora; pero si los consideramos a la luz de la fe, encontraremos que están tan profundamente grabados en el Corazón de Jesús que Él no dudó en derramar Su sangre por ellos y dar Su vida por cada uno de ellos. ¡Oh, qué útil es ver al prójimo en Jesucristo, para hacer lo que Él ha hecho por él!.
Oración
Oh Jesús mío, en Tu Sagrado Corazón consideraré el alma de mi prójimo. No hay una sola persona por quien no hayas derramado tu sangre; no hay nadie por quien dudaría en dar el mío..