Carta Encíclica "Libertas praestantissimum" - S. S. León XIII

  


Libertas praestantissimum 
(La libertad, preciosísimo don)fue publicada el 20 de junio de 1888, también conocida como Libertas, es la vigésimo sexta encíclica de León XIII, donde enseña sobre la verdadera libertad humana.

Papa León XIII en el inicio de su encíclica, ha declarado que la libertad tiene su origen en Dios, analiza la naturaleza de la libertad y sus vínculos con la voluntad y con la razón, aclarando la doctrina de la Iglesia:

"El Doctor Angélico se ha ocupado con frecuencia de esta cuestión, y de sus exposiciones se puede concluir que la posibilidad de pecar no es una libertad, sino una esclavitud. Sobre las palabras de Cristo, nuestro Señor, el que comete pecado es siervo del pecado".

La Iglesia ha defendido siempre la libertad pero condena el pecado y el libertinaje, sin embargo, no faltan en este momento quienes la acusan de ser enemiga de la libertad; esto es así porque en nuestros tiempos se enseña un entendimiento erróneo de la libertad. El Papa por eso expone de modo simple la doctrina del liberalismo que niega la obediencia a las leyes divinas, los liberales afirman que la "razón" humana es juez única de la verdad:

"el principio fundamental de todo el racionalismo es la soberanía de la razón humana, que, negando la obediencia debida a la divina y eterna razón y declarándose a sí misma independiente, se convierte en sumo principio, fuente exclusiva y juez único de la verdad. Esta es la pretensión de los referidos seguidores del liberalismo; según ellos no hay en la vida práctica autoridad divina alguna a la que haya que obedecer; cada ciudadano es ley de sí mismo".

Pero también entre los mismos liberales hay quienes reconocen este error, aceptan que la libertad queda pervertida o desvirtuada cuando se ejerce sin reparar correctamente la verdad, pero afirman que para evitar este error basta que la libertad sea gobernada por la "recta razón", entonces los liberales:

"piensan que esto basta y niegan que el hombre libre deba someterse a las leyes que Dios quiera imponerle por un camino distinto al de la razón natural".

También hay otros liberales, que aceptan que las Leyes divinas deben regular la vida de las personas, pero niegan que deba dirigir la actividad del Estado. Sin embargo, según la doctrina de la Iglesia la responsabilidad del Estado no queda limitada a velar solo por la prosperidad de los bienes materiales de los individuos, también debe considerar los bienes espirituales; en otras palabras, la doctrina de la Iglesia enseña que tanto el Estado como los individuos deben de estar sujetas a Dios y someterse a sus Leyes divinas.