Confianza
"Ten confianza" San Marcos 6, 50
Quien no pierde el valor ante desastres inesperados, sino que recurre inmediatamente a Dios con confianza, demuestra que esta virtud está profundamente arraigada en él.- Rodriguez
Una vez, San Columba se encontró repentinamente rodeado por doce lobos, que estaban a punto de devorarlo. No se asustó ante este terrible espectáculo, sino que invocó a Nuestro Señor con gran confianza, diciendo: “Yo Dios, ven en mi ayuda. Oh Señor, date prisa en ayudarme”. Apenas había pronunciado estas palabras cuando Dios escuchó su oración y los lobos emprendieron la huida.
Una vez, un soldado levantó su espada para darle un golpe en la cabeza a San Martín, cuando, al ver que el santo no daba señales de miedo, exclamó: “¡Qué! ¿No tienes miedo? “¿Por qué debería temer?” respondió el santo. “La muerte no es un mal; Lo considero una ganancia. Lejos de temerlo, lo deseo”.
San Benito José Labre pasaba por una de las calles de Roma donde se encontraban reunidos varios jóvenes de la clase más baja, cuando estos le gritaron y le insultaron. Él pareció no darse cuenta. Lo siguieron arrojándole piedras. Aún así continuó. Una de las piedras lo golpeó en la pierna y le hizo correr la sangre, pero el siervo de Dios no se volvió ni dio señal de sentir el golpe.
Alguien preguntó al abate Teodoro, hombre de eminente santidad, si no temería si se produjera alguna terrible e inesperada conmoción de la naturaleza. “No”, respondió él; "Si el mundo entero se desmoronara y los cielos se unieran a la tierra, Theodore no temblaría".
Una vez, un soldado levantó su espada para darle un golpe en la cabeza a San Martín, cuando, al ver que el santo no daba señales de miedo, exclamó: “¡Qué! ¿No tienes miedo? “¿Por qué debería temer?” respondió el santo. “La muerte no es un mal; Lo considero una ganancia. Lejos de temerlo, lo deseo”.
San Benito José Labre pasaba por una de las calles de Roma donde se encontraban reunidos varios jóvenes de la clase más baja, cuando estos le gritaron y le insultaron. Él pareció no darse cuenta. Lo siguieron arrojándole piedras. Aún así continuó. Una de las piedras lo golpeó en la pierna y le hizo correr la sangre, pero el siervo de Dios no se volvió ni dio señal de sentir el golpe.
Alguien preguntó al abate Teodoro, hombre de eminente santidad, si no temería si se produjera alguna terrible e inesperada conmoción de la naturaleza. “No”, respondió él; "Si el mundo entero se desmoronara y los cielos se unieran a la tierra, Theodore no temblaría".
Oración
Dios mío, concédeme no perder el valor en la adversidad. Muchas veces diré en ese tiempo: Señor, ven en mi socorro, date prisa en ayudarme..