Caridad.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38
Una persona adquiere el amor de Dios resolviendo firmemente hacer y sufrir por Dios y abstenerse de todo lo que le desagrada; poniendo en práctica esta resolución en las diferentes circunstancias que se presenten, siendo muy fieles en las cosas pequeñas, para poder realizar mejor las grandes. — Santa Teresa
Esta santa, que se opuso mucho en las diferentes fundaciones que hizo, no se desanimó; se alegró de tener mucho que sufrir. Siempre consultaba a los sabios, no hacía nada contrario a la obediencia, diciendo que antes abandonaría la fundación de mil monasterios antes que cometer la más mínima imperfección.
San Vicente de Paúl, hiriendo un poco la caridad y la sencillez, podría haber silenciado muchos insultos y reproches, pero se negó a hacerlo; durante el tiempo que más tuvo que sufrir no dio señales de impaciencia, trabajando siempre con la mayor dulzura y perfecta tranquilidad.
La emperatriz Eudoxie pidió a San Juan Crisóstomo cierto permiso para los herejes, que él no podía conceder en conciencia, y él se negó audazmente. La princesa, enfadada por su negativa, envió a sus ministros a amenazarle con el destierro y la muerte si no obedecía. “Ve y dile a la emperatriz”, respondió, “que Crisóstomo sólo teme una cosa: el pecado”.
San Vicente de Paúl, hiriendo un poco la caridad y la sencillez, podría haber silenciado muchos insultos y reproches, pero se negó a hacerlo; durante el tiempo que más tuvo que sufrir no dio señales de impaciencia, trabajando siempre con la mayor dulzura y perfecta tranquilidad.
La emperatriz Eudoxie pidió a San Juan Crisóstomo cierto permiso para los herejes, que él no podía conceder en conciencia, y él se negó audazmente. La princesa, enfadada por su negativa, envió a sus ministros a amenazarle con el destierro y la muerte si no obedecía. “Ve y dile a la emperatriz”, respondió, “que Crisóstomo sólo teme una cosa: el pecado”.
Oración
Dios mío, concédeme temer sólo al pecado. Dame disposición para abstenerme de todo lo que Te desagrada, para trabajar siempre por Ti, para sufrir por amor a Ti..