Día Décimo Séptimo de Diciembre

                                                         

Conformidad con la Voluntad de Dios.

“No como yo quiero, Señor, sino como tú”. — Mat. 26, 39

«De esta santa resignación nace la libertad de espíritu con la cual se regocijan las almas perfectas. En esta libertad hallan toda la felicidad que se puede desear sobre la tierra, porque no temiendo ni deseando nada de las cosas del mundo, lo poseen todo» — Santa Teresa

San Francisco de Sales parecía y estaba siempre verdaderamente contento, como si todo sucediese conforme a sus deseos. En una gran persecución que se suscitó contra él y su instituto, escribió a la madre de Chantal: «Someto a la Divina Providencia estos grandes vientos que se levantan. Que soplen o que cesen como agrade a Dios. La tempestad y la calma me son igualmente queridas. Si el mundo no se opusiese a nuestros designios, no seríamos siervos de Dios».

El Emperador Fernando II hacía todos los días a Dios esta oración: «Señor, si vuestra gloria y mi salvación piden que yo llegue a ser más grande y más poderoso de lo que soy, elevadme, yo os glorificaré. Si es para vuestro honor y para mi salvación que permanezca en el estado en que estoy, os pido que me conservéis en él y os glorificaré; pero si las humillaciones deben contribuir a vuestra alabanza y a mi bien, abatidme, humilladme, y os glorificaré».

Cuando se presentaban a la memoria del P. Álvarez estos pensamientos: «¿Qué te acontecerá? ¿Qué vendrás a ser algún día?», decía en el acto: «Será lo que Dios quiera», y dirigiéndose a Él, le decía: «Señor, yo no quiero sino contentaros y satisfaceros».

Oración

Dios mío reconozco que soy siervo tuyo. Que sea lo que tú quieras.