Día Octavo de Diciembre

                                                 

Conformidad con la Voluntad de Dios.

“No como yo quiero, Señor, sino como tú”. — Mat. 26, 39

«Nos debemos someter a la voluntad de Dios y contentarnos en todos los estados en que Le agrade el ponernos. Jamás debemos salir de allí mientras que no se conozca que Dios quiere que dejemos el puesto que ocupamos». — San Vicente de Paúl

El P. Dupón decía a uno de sus amigos que se alegraba mucho de los defectos naturales que tenía, y en particular de que no podía hablar con claridad, y añadía que igualmente se alegraba de todas las tentaciones y demás miserias que experimentaba, porque era la voluntad de Dios que las tuviese. «Si fuese la voluntad de Dios», decía también, «que yo viviese mil años abrumado de todo género de enfermedades y en las tinieblas más espesas, yo estaría muy contento con esto, mientras que no le ofendiese». 

Santa Isabel, sabiendo que su marido había muerto en el ejército, al punto se dirigió al Señor y le dijo: «¡Oh Dios mío!, bien sabéis que yo preferiría su presencia a todas las delicias del mundo, pero por cuanto ha sido vuestro agrado el arrebatármelo, me someto de todo corazón a vuestra santa voluntad. Si no fuera necesario más que arrancar un cabello de mi cabeza para volverle la vida, yo no lo haría si esto se opusiese a vuestra voluntad».

Oración

Señor mío, Jesús mío, no permitas que caiga en la tentación. No quisiera ofenderte. Prefiero morir antes de consentir al demonio. Si caigo en la tentación, por favor levántame. Soy débil y necesito de tí, tu sabes que tengo la recta intención de someter mi corazón a tu santa voluntad. No me abandones. Te amo porque moriste por mí en la Cruz para rescatarme del fuego eterno del infierno. María Santísima no permitas que me aparte de tu hijo porque o sino estoy perdido.