Caridad.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Este es el mayor y el primer mandamiento, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. — San Mateo. 22:38
¡Pobre de mí! No tenemos el amor que deberíamos tener; Quiero decir que tenemos necesidad de un amor infinito para amar a Dios como Él lo merece; sin embargo, por desgraciados que somos, prodigamos el poco amor de que somos capaces en cosas miserables y viles, como si tuviéramos que desperdiciarlo. — San Francisco de Sales .
Este gran santo se expresó así: “Si supiera que en mi alma hay un solo hilo de afecto que no es de Dios ni para Dios, lo cortaría así y no pertenecería a Dios sin reserva alguna”.
San Felipe Neri decía a veces: “¿Cómo es posible que quien cree en Dios pueda amar cualquier cosa que no sea Dios, si no es por amor a Dios?” Languideciendo de amor por Dios, se dirigió a Él así: “¡Oh Dios mío, eres tan hermoso, y sin embargo me mandas que te ame! ¿Por qué me has dado un solo corazón, y ese corazón es tan pequeño?”
San Agustín, animado de amor, habló así a su alma: “¿Qué hay en este mundo que pueda agradarte, que tenga derecho a tu amor? Hacia donde quieras, no verás más que tierra y cielo; Si en los cielos y en la tierra encuentras cosas dignas de tu amor, ¿de qué amor no es digno Aquel que hizo todo esto? Pregunta de estas cosas que tanto te agradan quién es su autor, y admirando la obra, ama a Aquel que todas las hizo. No pongáis vuestros afectos en las cosas creadas y olvidéis a Dios que es el Creador. Oh Dios mío, eres digno de ser amado infinitamente más que todo lo que hay en la tierra o en los cielos. Renuncio a todo lo perecedero para no perder Tu amor”.
San Felipe Neri decía a veces: “¿Cómo es posible que quien cree en Dios pueda amar cualquier cosa que no sea Dios, si no es por amor a Dios?” Languideciendo de amor por Dios, se dirigió a Él así: “¡Oh Dios mío, eres tan hermoso, y sin embargo me mandas que te ame! ¿Por qué me has dado un solo corazón, y ese corazón es tan pequeño?”
San Agustín, animado de amor, habló así a su alma: “¿Qué hay en este mundo que pueda agradarte, que tenga derecho a tu amor? Hacia donde quieras, no verás más que tierra y cielo; Si en los cielos y en la tierra encuentras cosas dignas de tu amor, ¿de qué amor no es digno Aquel que hizo todo esto? Pregunta de estas cosas que tanto te agradan quién es su autor, y admirando la obra, ama a Aquel que todas las hizo. No pongáis vuestros afectos en las cosas creadas y olvidéis a Dios que es el Creador. Oh Dios mío, eres digno de ser amado infinitamente más que todo lo que hay en la tierra o en los cielos. Renuncio a todo lo perecedero para no perder Tu amor”.
Oración
Oh Dios mío, si tuviera mil corazones, te los entregaría todos. ¿Por qué me has dado un corazón que no puede amarte como mereces ser amado, que puede apegarse a la vanidad? Dígnate llenar de tu amor este corazón que desea ser todo tuyo.