Mons. Marcel Lefebvre, el Atanasio del siglo XX


San Atanasio fue excomulgado por Liberio (Papa que favorecía la herejía): excomunión injusta e inválida a pesar de ser dada por el Papa en tres cartas, a pesar de ello, hoy Atanasio es Santo.

En la carta a los obispos orientales Studens paci 
(357), el Papa Liberio decreta la excomunión de San Atanasio: 

“Sepan por esta carta que... el mencionado Atanasio está fuera de mi comunión y de la Iglesia Romana (Denz. Sch. 138). 

De nuevo, a los mismos obispos orientales, en la epístola Pro deífico (357)

“Tan pronto supe, afirma el Papa Liberio, cuán grato ha sido a Dios que en justicia lo hayáis condenado, inmediatamente aprobé vuestra sentencia. Por esta razón debe ser apartado Atanasio de la comunión con todos nosotros... y declaro que estoy en paz con todos vosotros y con todos los obispos orientales -obispos que estaban unidos al semiarrianismo. (Denz-Sch. 141).

Y en la epístola Quia scio ad Ursacium, Valentem et Germinium (357), el Papa Liberio declara: 


“Atanasio, que fue obispo de la Iglesia de Alejandría, está separado de la comunión de la iglesia romana” (Denz-Sch. 142).

En el Enchiridion Symbolorum, Schönmetzer añadió la siguiente introducción al número 138, páginas 56-57: 


“Es cierto que Liberio, abatido por los sufrimientos del exilio y movido por el deseo de volver a Roma (que apoyaba al diácono Felix antipapa) suscribió el Símbolo prescrito por el sínodo semiarriano y excomulgó a San Atanasio, defensor de la Fe; es cierto eso, por el testimonio incontestable de San Atanasio, Hist. Arianorum ad Monachos c. 41 (pg. 25-74) y de Sozómeno, Hist. Eccl. IV, PG 67, 152.

Lo prueban además algunas cartas del propio Liberio conservadas entre los fragmentos de las obras históricas de San Hilario de Poitiers Adversus Valentem et Ursacium, cuya autenticidad en otros tiempos fue indebidamente puesta en duda.

Además, el Diccionario de Teología afirma:


“Puede parecer a primera vista que esa excomunión fuese sólo de tipo administrativo, por cuestiones personales, o porque Atanasio se hubiera negado a ir a Roma. Si fuera así nada sería más grave para Liberio. Pero lo que fue muy grave es que Liberio excomulgó a Atanasio después de saber perfectamente, como él mismo reconoce, que los enemigos del obispo de Alejandría procuraban aniquilar en él al defensor del dogma de Nicea, y así la excomunión del Alejandrino implica reconocimiento de toda una facción que, desde hace veinte años procuraba por todos los medios la revisión del símbolo de Nicea. Y esto fue infinitamente más grave”. (Diccionario de Teología Católica, ver Atanasio, col. 637).

La Iglesia reconoció más tarde esta injusticia llevada a cabo por el Papa, canonizando a San Atanasio y presentándolo como modelo de fidelidad a todos los cristianos.

San Roberto Belarmino, Cardenal y doctor de la Iglesia, aprobó la proposición de los quince teólogos de Venecia que decía:


“Cuando el Sumo Pontífice lanza una sentencia de excomunión injusta o nula, no debe ser aceptada”

San Agustín, en su libro “Sobre la verdadera religión” (cap. 6, 11), habla de los católicos injustamente excomulgados que, por la paz de la Iglesia, soportan pacientemente esta afrenta inmerecida. Y termina diciendo: 


“A esos, el Padre, que escudriña el interior, coronará secretamente. Parece rara esta categoría de hombres, pero ejemplos no faltan, y son más frecuentes de lo que uno podría creer”.